Pueblo
Turístico
Pueblo
Turístico
Un pequeño pueblo de 200 habitantes con una fuerte impronta literaria, calles con nombres de frutales, proyectos comunitarios, un cielo hermoso, y lugareños que abren puertas y tranqueras para recibirte, son la esencia de este circuito genuino.
El pueblo además tiene la singularidad de haber sido cuna de Adolfo Bioy Casares, quien supo describirlo como “el mejor pueblo del mundo”, parte de su infancia transcurrió en la Estancia Rincón Viejo, donde también compartió veranos con su esposa, Silvina Ocampo, y su gran amigo, Jorge Luis Borges. Adolfo, el padre del escritor, también escribió un libro, “Antes del 900”, donde cuenta historias de la vida rural y relata los primeros días de Pardo.
Comenzamos el recorrido por la vieja Estación de Ferrocarril del Sud, donde el paisaje parece detenido en el tiempo, en el lugar nos encontramos con El Museo y Biblioteca Adolfo Bioy Casares, donde actualmente se lleva a cabo el proyecto “Lecturas en el Anden”, el cual fue pensando para promover y difundir la lectura. Podes leer en el andén, llevar un libro a casa y también dejar uno para compartir con otros. El lugar se encuentra en muy buen estado de conservación, alberga en su interior una colección de objetos y documentos varios que invitan a conocer el pasado ferroviario y antiguas fotografías y libros del autor al cual debe su nombre.
Frente a la estación, es inevitable hacer una parada por un típico almacén de ramos generales. En “Lo de Lámaro” nos encontramos con un lugar lleno de recuerdos, Cesar, detrás del mostrador, cuenta anécdotas que tienen a Borges y a Bioy como protagonistas.
Entre 1940 y 1950, estos escritores visitaban Pardo, y era este Almacén el único que contaba con teléfono para comunicarse con Buenos Aires, las esperas en las llamadas eran la excusa perfecta para que la familia Lámaro pudiera compartir charlas e infusiones con ellos.
Continuamos el circuito con el Club Unión Deportiva, puntapié inicial al desarrollo social, deportivo y cultural, el lugar es la sede por excelencia de bailes, obras de teatro, peñas y remates.
En verano se puede disfrutar de sus torneos de futbol nocturno y también de la gastronomía que forma parte de las cantinas que dan sabor a los Corsos locales, organizados por su comisión.
Con instalaciones remodeladas, en diciembre de 2020 celebro su centenario y fue declarado de interés legislativo.
Ya sea al mediodía o a la hora de la cena, el “Bar Vieja Estación” es una buena opción, en el ambiente se observa su historia, con muchos detalles originales de cuando aún era una estación, también se exhiben objetos antiguos que invitan a conocer la vida de campo y sus costumbres. Picadas, pizzas, pastel de papas, lechón, y los infaltables panqueques de dulce de leche, son solo algunos de las especialidades de Fredy el anfitrion de este lugar que invita a frenar el tiempo y disfrutar de la auténtica gastronomía en un entorno rural inmejorable.
Si la idea es hospedarte o vivir un día de campo, se puede optar por “Cabañas Angel Viejo” “Casa de Campo La Palmera” o “Chacra Don Julio”, diferentes opciones rodeadas de árboles, aire puro, cielo estrellado y mucha historia. Todos estos hospedajes ofrecen una experiencia de desconexión, y de encuentro con la naturaleza. Cuentan con la posibilidad de alojar hasta 6 personas, con desayuno incluido y pileta.
Nos alejamos un poquito del pueblo para dirigirnos a calle las Acacias. A orillas del canal 11 nos encontramos con Yamay, como su nombre en mapuche lo indica es un lugar para “estar bien”, tiene como finalidad lograr un equilibrio de triple impacto: socio-cultural, ambiental, educativo y económico.
La propuesta turística está basada en el compromiso con el entorno social y la armonía con la naturaleza. A través de este modelo se busca realzar elementos naturales locales integrándolos con sistemas sustentables a través de un diseño de permacultura.
Los espacios de alojamiento han sido construidos con materiales y técnicas de construcción natural (tierra, paja, arcilla, piedra, madera, caña, arena, etc.), con formas naturales (imitando patrones que se observan en la naturaleza donde predominan las formas curvas) brindando un lugar saludable y acogedor al turista y sustentable al medio ambiente.
Hay variadas opciones y actividades: alojamiento en los distintos tipos de construcciones (cabañas, Glamping), Eco Camping, espacio para motorhomes, cabalgatas, astroturismo, observación de aves, yoga, meditación, retiros, talleres, charlas, cursos, voluntariados sobre permacultura, construcción natural y alquiler de bicicletas, solo por mencionar algunas.
Ya de regreso, invitamos a un descanso bajo los árboles que rodean la vieja “Capilla Nuestra Señora del Socorro” fundada en 1892 y declarada Patrimonio Histórico cultural del partido de Las Flores.
El descanso, respirar aire puro y relajarnos nos conecta con nuestros sentidos y nos invita a conocer el mundo de las especias y hierbas medicinales agroecológicas cultivadas por Chakra Cuatro Elementos, un ecoparador donde ademas de producir y comercializar productos organicos también se realizan encuentros culturales, muestras y ferias de artesanos.
La puesta de sol es la excusa ideal para arrimarse al fogón de Ayres de Pardo donde Gabriela y Diego te esperan para compartir un chocolate caliente con delicias caseras, salames, quesos, un licuado o el antojo que quieras darte. Allí mismo, antes de emprender el regreso, podes adquirir los dulces y mermeladas artesanales de Stella Maris, limon, higo, manzana o arandanos, son solo alguna de las variedades de estas delicias en franquitos. Forman parte del atractivo, la siesta obligada, las casas sin rejas y los niños jugando sin tecnología de por medio, compartir un mate con las doñas o simplemente disfrutar del no hacer nada.
Quienes visiten el pueblo en noviembre, además, podrán disfrutar de la popular “Fiesta del Lechón”, organizada por instituciones educativas y la comunidad. Este evento combina música, gastronomía y artesanos, convirtiéndose en la excusa perfecta para compartir un típico día de campo. La previa es un espectáculo en sí mismo, las vestimentas de los asadores, los utensilios, el condimentado, la originalidad y el manejo del fuego, un ritual que es parte del encanto de esta fiesta.
A 40 kilómetros de la ciudad de Las Flores por RN N°3 hasta el acceso a Pardo, continuando 2,5 kilómetros de camino asfaltado hasta llegar al pueblo